viernes, 23 de abril de 2010

Cotar: ¿una historia de fantasía?




Había una vez un grupo de duendes al que amigos y enemigos llamaban, "los loquitos". Para los amigos eran “locos lindos”. Los enemigos, en cambio, usaban palabras feas, que agredían esas características que los hacían ver como “loquitos”.


Los loquitos trabajaban para la fábrica Mediana que a su vez trabajaba para otra: la fábrica Grande. Un día de mucho sol, los duendes empezaron a ver cosas raras en la forma en que se manejaban las cosas. Se preocuparon al notar que en la fábrica Mediana las cosas se empezaron a romper cada vez más seguido, y que cada vez eran menos las cosas que se arreglaban. Al descartar la posibilidad de la maldición eterna del Ogro Berretero , “los loquitos” decidieron tratar de averiguar qué pasaba, y descubrieron que la Grande no le pagaba a la Mediana de la forma en que debía. Sin embargo, el Príncipe de la Mediana no les reclamaba nada a los Reyes de la Grande. Encima -cuando le pagaban lo poco que le pagaban- hacía cosas raras con la plata en vez de arreglar las cosas. ¿Querría acaso ser Rey de la grande?

Los duendes pensaron que si la cosa seguía así, pronto el Príncipe no les iba a pagar a ellos. Entonces decidieron recurrir a otros reyes: los de la Justicia. No fue fácil. O el rey que les tocaba se había muerto, o todas las semanas los atendía un rey distinto. Entonces empezaron a andar de acá para allá haciendo ruido para que todos se enteraran de lo que les pasaba. Así lograron que en el reinado de la Justicia se pusieran de acuerdo para que los atendiera de ahora en adelante siempre la misma Reina.

Los duendes le contaron a la Gran Dama todo lo que les pasaba. Ella entonces, mandó a dos virreyes a la fábrica mediana para que le informasen acerca de la traición de la Grande a la Mediana. El veredicto de los virreyes fue contundente: “los loquitos” tenían razón.

Entonces la Reina le dijo a la fábrica grande que tenía que hacer algunas cosas para arreglar el desastre que había hecho con la fábrica mediana, y la fábrica grande firmó un papel donde decía que iba a hacer esas cosas.

Pasaron los meses y la fábrica grande no quiere hacer las cosas que firmó que iba a hacer, entonces no las hace. El Príncipe de la Mediana no reclama nada, y encima sigue haciendo cosas raras con la (poca) plata que le dan. Los duendes siguen ahí, preocupados, al ver que la fábrica grande tiene muchos soldados que la ayudan, como los que tienen uniformes amarillos y otros que se hacen llamar 'del Ministerio de la Provincia de Santa Fue'. Además creen que el Príncipe de la Mediana es en realidad un soldado de la fábrica grande, así que le pidieron a la Reina que no lo deje entrar más a la fábrica mediana. Todavía no se sabe si los loquitos también tienen razón en eso, porque los Reyes de la Justicia decidieron que ahora los atienda otra Reina así que están esperando el nuevo veredicto.

Y así siguen preocupados los duendes verdes de trajes blancos, afilando los tambores y sacando brillo a los papeles para que todos se enteren de lo que les pasa. Locos lindos para los amigos, locos de mierda para los enemigos, lo cierto es que los duendes de la Mediana no se callan, ni se rinden.